martes, 25 de marzo de 2014

Semana Santa 2014

El Toboso prepara su Semana Santa 2014

Conferencias sobre Tierra Santa, exposición de fotografías y presentación del Cartel de este año son algunos de los actos ya celebrados en la Patria de Dulcinea.


EL TOBOSO / 25 MAR ■ InfoParroquia.- La Parroquia San Antonio Abad de El Toboso (Toledo) ha comenzado a intensificar su itinerario cuaresmal con diversos actos que señalan la inminente Semana Santa 2014. Además de las ya acostumbradas celebraciones de Cuaresma, en estos últimos días la parroquia toboseña ha celebrado diversos actos que sin duda ayudarán a los fieles toboseños a una mejor preparación espiritual del Tríduo Pascual.

Conferencia sobre Tierra Santa

El pasado 22 de marzo, al término de la Santa Misa vespertina del III Domingo de Cuaresma, el religioso franciscano, Fr. Juan Pedro Ortega, párroco de San Pedro Bautista de Alcorcón (Madrid) y responsable de la difusión de la Guarda y Custodia de los Santos Lugares de los PP. Franciscanos en España, pronunció una conferencia en la Iglesia Parroquial de El Toboso sobre la actualidad de Tierra Santa, la Tierra de Jesucristo.

Exposición fotográfica

Desde el domingo 23 de marzo y hasta el 6 de abril de 2014, la Capilla Bautismal de la Parroquia de El Toboso acoge una Exposición de Fotografías de la Semana Santa Toboseña. Diversas imágenes recorren el itinerario de la Semana Santa que se celebra cada año en El Toboso, desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección, y que en estos últimos tiempos han servido de inspiración al virtuoso D. José Martínez Jiménez, autor de las fotografías que se exponen.  Conocido en su website de flickr como "Pepeltoboso", este toboseño aficionado a la fotografía cede numerosos trabajos fotográficos a la agencia InfoParroquia El Toboso como material gráfico que completan las noticias parroquiales y es un habitual colaborador con la Parroquia, sobre todo en estos últimos años para la creación del Cartel de la Semana Santa y otros trabajos para la marca Monvmenta Tovosi.

La exposición puede visitarse de martes a sábado, de 11:00 a 13:30 y de 16:00 a 18:30, y los domingos de 12:30 a 13:30.

Cartel 2014

Y continuando con la obra y colaboración de Pepeltoboso, para la Semana Santa de este 2014 vuelve a sorprendernos con la creación del cartel anunciador de este año que inserta como retrato único y trascendental el semblante del Santísimo Cristo Crucificado, de la Hermandad del Santísimo Sacramento de El Toboso, que procesiona todos los Viernes Santos en la Patria de Dulcinea.

Foto:

© Pepeltoboso y Parroquia San Antonio Abad, 2014

001.- Cartel de Semana Santa El Toboso 2014

martes, 11 de marzo de 2014

Fiestas y Tradiciones

Cientos de fieles visitan al Cristo de Medinacelli de El Toboso

En el Monasterio de la Inmaculada y San José de las Trinitarias.


EL TOBOSO / 11 MAR ■ InfoParroquia.- El pasado 7 de marzo, la iglesia del convento de las Madres Trinitarias de Clausura de la localidad toledana de El Toboso, se convirtió en centro de peregrinación para cientos de fieles toboseños y de otras localidades cercanas a la Patria de Dulcinea, como ocurre todos los primeros viernes de marzo de cada año,

Después de este mes de marzo y antes de la Semana Santa, la Sagrada Imagen del Cristo de Medinacelli, «el Rescatado», volverá a subir a su hornacina en la iglesia conventual, donde los fieles pueden verle cada día en la misa de las 09:00 horas, aunque no podrán volver a tocarlo y besar su pié hasta el primer viernes de marzo de 2015.

La imagen se guarda en la iglesia del convento de las Madres Trinitarias, edificio del siglo XVII fundado en 1660 y de estilo herreriano, en el que actualmente vive una comunidad de monjas de clausura, que elaboran bordados que han logrado gran fama.

Foto:

© Pepeltoboso, 2011

001.- Besapiés el primer viernes de marzo de años anteriores.

lunes, 3 de marzo de 2014

Cuaresma 2014

«Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza» (cfr. 2 Cor 8, 9)

Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2014


EL TOBOSO / 3 MAR 2014 ■ InfoParroquia / www.vatican.va.- El pasado mes de febrero se dio a conocer el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2014, el primero de su pontificado para este tiempo de la liturgia de la Iglesia, que ha titulado “Se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (cfr. 2 Cor 8, 9). A continuación puede leer el texto completo del mensaje.

   Queridos hermanos y hermanas:

Con ocasión de la Cuaresma os propongo algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el camino personal y comunitario de conversión. Comienzo recordando las palabras de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza» (2 Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto para alentarlos a ser generosos y ayudar a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad. ¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo? ¿Qué nos dice hoy, a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en sentido evangélico?

   La gracia de Cristo

Ante todo, nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: «Siendo rico, se hizo pobre por vosotros…». Cristo, el Hijo eterno de Dios, igual al Padre en poder y gloria, se hizo pobre; descendió en medio de nosotros, se acercó a cada uno de nosotros; se desnudó, se “vació”, para ser en todo semejante a nosotros (cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran misterio la encarnación de Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama. La caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado. El amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias. Y Dios hizo esto con nosotros. Jesús, en efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de nosotros, en todo semejante a nosotros excepto en el pecado» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, 22).

La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, sino —dice san Pablo— «...para enriqueceros con su pobreza». No se trata de un juego de palabras ni de una expresión para causar sensación. Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor, la lógica de la Encarnación y la Cruz. Dios no hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que para él es superfluo con aparente piedad filantrópica. ¡El amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en las aguas del Jordán y se hace bautizar por Juan el Bautista, no lo hace porque necesita penitencia, conversión; lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con el peso de nuestros pecados. Este es el camino que ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria. Nos sorprende que el Apóstol diga que fuimos liberados no por medio de la riqueza de Cristo, sino por medio de su pobreza. Y, sin embargo, san Pablo conoce bien la «riqueza insondable de Cristo» (Ef 3, 8), «heredero de todo» (Heb 1, 2).

¿Qué es, pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como el buen samaritano que se acerca a ese hombre que todos habían abandonado medio muerto al borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros. La pobreza de Cristo que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne, cargó con nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios. La pobreza de Cristo es la mayor riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre, es encomendarse a Él en todo momento, buscando siempre y solamente su voluntad y su gloria. Es rico como lo es un niño que se siente amado por sus padres y los ama, sin dudar ni un instante de su amor y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el Hijo, su relación única con el Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre. Cuando Jesús nos invita a tomar su “yugo llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir con Él su espíritu filial y fraterno, a convertirnos en hijos en el Hijo, hermanos en el Hermano Primogénito (cfr Rom 8, 29).

Se ha dicho que la única verdadera tristeza es no ser santos (L. Bloy); podríamos decir también que hay una única verdadera miseria: no vivir como hijos de Dios y hermanos de Cristo.

   Nuestro testimonio

Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús, mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar el mundo con los medios humanos adecuados. No es así. En toda época y en todo lugar, Dios sigue salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal y comunitaria, animada por el Espíritu de Cristo.

A imitación de nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras concretas a fin de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza; la miseria es la pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria: la miseria material, la miseria moral y la miseria espiritual. La miseria material es la que habitualmente llamamos pobreza y toca a cuantos viven en una condición que no es digna de la persona humana: privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la comida, el agua, las condiciones higiénicas, el trabajo, la posibilidad de desarrollo y de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad. En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo; amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los abusos, que, en tantos casos, son el origen de la miseria. Cuando el poder, el lujo y el dinero se convierten en ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las riquezas. Por tanto, es necesario que las conciencias se conviertan a la justicia, a la igualdad, a la sobriedad y al compartir.

No es menos preocupante la miseria moral, que consiste en convertirse en esclavos del vicio y del pecado. ¡Cuántas familias viven angustiadas porque alguno de sus miembros —a menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas, el juego o la pornografía! ¡Cuántas personas han perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el futuro y han perdido la esperanza! Y cuántas personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación y la salud. En estos casos la miseria moral bien podría llamarse casi suicidio incipiente. Esta forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria espiritual, que nos golpea cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera.

El Evangelio es el verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, que Dios es más grande que nuestro pecado y nos ama gratuitamente, siempre, y que estamos hechos para la comunión y para la vida eterna. ¡El Señor nos invita a anunciar con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos en el vacío. Se trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida, y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con valentía nuevos caminos de evangelización y promoción humana.

Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.

Que el Espíritu Santo, gracias al cual «[somos] como pobres, pero que enriquecen a muchos; como necesitados, pero poseyéndolo todo» (2 Cor 6, 10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia. Con este deseo, aseguro mi oración por todos los creyentes. Que cada comunidad eclesial recorra provechosamente el camino cuaresmal. Os pido que recéis por mí. Que el Señor os bendiga y la Virgen os guarde.

   Vaticano, 26 de diciembre de 2013

   Fiesta de San Esteban, diácono y protomártir